Flores

Recargada en una flor de argón, meditas, mientras tus dedos asfixian un cigarrillo que luego es besado con devoción. A lo lejos, en el tercer piso de un edificio, el silencio ausente de los amantes rotos se desgañita de placer. La calle se encuentra sumergida en las aguas náufragas del insomnio. Cierras los ojos: "todo es azul, casi morado". El ruido de los aparatos intuitivos de la acera de enfrente te rescatan de tus recuerdos; los lames y exprimes tu corazón...

La fuente

Un incendio de aplausos se consume a la distancia, mientras que la destreza verbal que despliegas recorre una trayectoria kepleriana:

Una fuente mercurial se contonea al ritmo

de la noche.

sus metálicas aguas se rizan con el viento,

esperando brazar la luna...

Recoges la pálida imagen que la fuente escupe a borbotones, una, dos, tres veces y tu imagen insiste en quedarse en el fondo de la fuente.

Lanzas un suspiro y continuas tu camino.

El sueño

Un camino. Sin saber que hay, una cabeza empieza a hablar, se encuentra tras un telón. La cabeza parece tener cuerpo. No se entiende lo que dice; parece un muñeco de ventriloquía cuando gesticula y mueve los ojos diciendo cosas que no se entienden. A la derecha se abre otro inmenso camino (aunque no es posible reconocer sus características). Es media tarde, el sol llega por el lado izquierdo de la escena. Existen una serie de objetos colocados en el terraplén escenario. Siguiendo el camino de la derecha el sol da ahora en las espaldas; inevitablemente hay que voltear, en ese instante se descubre que la cabeza se encuentra apoyada en una pica adornada con cintas de colores y cascabeles, alguien la hace girar hasta que la miradas se enfrentan...

El rostro parece el de un hombre con el que ha habido un encuentro casual.

Estío/hastío

Las estrellas del color del champaña se quedan inmóviles; afuera, a gritos, anuncian una cabeza sin cuerpo. Cierro los ojos y en cada rosa creo ver la cabeza cortada, abro los ojos y en cada cuerpo creo ver la rosa rosa, cercenada. La luna se filtra por la ventana y, como cinematógrafo lumiere, proyecta sobre la pálida pared una orgía mecánica de ramas y hojas. En la punta de cada rama hay una estrella...

En los ecos de mi insomnio

Los anuncios cinemáticos corren sin parar, un código de barras prevalece ante la visión artística. Imagino la capacidad imaginativa de un perro, exaltado ante el elemento común de la homogeneidad del héroe de la novela contemporánea. El charol negro de tus zapatillas cambia, desde la tonalidad roja de los anuncios de cigarrillos, hasta el color sinople de la publicidad del cloro.

La luna

sangra a
través

de un cilindro de asfalto.....

Luces

El farol, que muy lentamente se acerca, se detiene constantemente para escuchar por la ventana abierta. Detenidamente tientas los muros de los sueños, como en un estrépito de fuegos de artificio que se elevan por encima de una distracción de suspiros filtrados por las baldosas de algún insospechado jardín. Una paranoia de ensueños se entrevén por las estancias de tu cuerpo, mientras, yo intento no conciliar el sueño...

In
the sea of
love mi amor es azul
aunque intenta buscar
amores de 16 bites.

Sentimiento trágico

"La filosofía es un producto humano de cada filósofo, y cada filósofo es un hombre de carne y hueso que se dirige a otros hombres de carne y hueso". Así comienza Del sentimiento trágico de la vida. Idea contundente, o mejor dicho: ideal, que condensa de modo tajante, insólito y sórdido la condición del hombre que elige, como Feuerbach, una filosofía para convertirse en el hombre que quiere ser; del hombre que se arrastra, repta, sufre y se conmueve ante su liviandad; del hombre que solloza, estremecido, ante la evidencia del no ser; del hombre filósofo que, al igual que un asno, lleva sobre sus espaldas la pesada carga nietzcheana; del hombre que piensa sobre la vida y el mundo y se de cuenta que no existe la vida, entidad demasiado genérica, sino el hecho irreductible, originario, primitivo y burdo de su existir; del hombre que aspira pues a romper las ideas, como las botas, haciéndolas suyas y usándolas.

Perversiones

Lo trágico en la vida real es un fenómeno necesariamente estético, porque está en juego la sensibilidad del sujeto que ve y percibe lo trágico; desde su sensibilidad es como percibe lo trágico. Que lo trágico en la vida cotidiana pueda ser contemplado con placer es, quizás, una perversión pero que para el caso no importa; eso es problema de la psicología o de la psicopatología. Pero lo trágico, ya sea en la vida cotidiana o en el arte, es definitivamente estético, porque se percibe desde la facultad de la sensibilidad, con independencia de sus efectos emotivos.

Estéticas

La estética del siglo XIX (aquella que puede resumirse en la frase de Kant, la que concluye el Segundo Momento de su Crítica del juicio: "Bello es lo que, sin concepto, place universalemente") ha entrado en desuso, pues exige una adhesión universal al juicio de gusto ya que al ser estético es subjetivo y parte del objeto. Este error ha creado un mito: el mito de la universalidad de lo estético como universalidad de lo bello. Digo error y mito porque no se puede probar que un objeto sea bello (aunque se ha exigido adhesión, a lo largo del desarrollo de la estética, a una validez subjetivs universal, que convierte al aforismo de Kant en algo verdadero). El mito de la universalidad como expectativa, exigencia, deber ser, ha cabalgado sobre el lomo de la estética desde hace muchos años ensombreciendo su destino. el mismo Marx creía en el mito de la universalidad, cuando se preguntaba por la vigencia actual del arte clásico. Su vigencia era universal.