Recargada en una flor de argón, meditas, mientras tus dedos asfixian un cigarrillo que luego es besado con devoción. A lo lejos, en el tercer piso de un edificio, el silencio ausente de los amantes rotos se desgañita de placer. La calle se encuentra sumergida en las aguas náufragas del insomnio. Cierras los ojos: "todo es azul, casi morado". El ruido de los aparatos intuitivos de la acera de enfrente te rescatan de tus recuerdos; los lames y exprimes tu corazón...
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